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Reflexiones

Estoy sentada en el salón en el sofá azul , mi mirada deambula y se para delante de las sillas y la mesa del salón, encima de ella hay pequeños marcos con fotos de la familia , al lado un arbolito de navidad de IKEA , es muy pequeño , para hogares pequeños como el nuestro .
En este instante , me quedo absorta en mi pensamiento , el tiempo se relativiza , y me pregunto qué sentido tiene todo . El momento se rompe , se me escapa , la televisión que me servía de acompañante , lo estropea todo . Aparecen anuncios de diferentes objetos , lo que se ha decidido de antemano para cubrir nuestras necesidades materiales. Santo consumismo,
líbranos del vacío, de no saber qué hacer con nuestro tiempo e intelecto . Santa publicidad, heredera del consumismo, hija de nuestro tiempo, vacía y hermosa, siempre a nuestro lado, en la parada del autobús, en la pegatina en el suelo, en la etiqueta del vaquero , amén .
Somos como la protagonista , Jennifer Connelly en la película “dentro del laberinto “ en la escena donde cae en una especie de trampa consistente en una especie de imitación de su habitación, donde una duende tiene escondidos todos aquellas pequeñas chucherías , juguetes y objetos que ella misma había utilizado durante su infancia y que había olvidado. La duende
comienza a depositarlos minuciosamente alrededor de ella hasta casi  inundarla, consiguiendo así casi hacerla olvidar su objetivo, la búsqueda de su hermanito raptado por el rey de los duendes, cuyo protagonista es David Bowie .
De igual manera nosotros nos ensimismamos, rodeándonos de ropas, objetos decorativos, ornamentos, etc , olvidándonos de algo más preciado que buscar algo más por lo que vivir.
Perdemos el tiempo buscando el nuevo electrodoméstico, el último móvil, las nuevas ropas, reitera ese acto, esa es la promesa de hoy. Felicidad eterna a través de los objetos. Que triste época la nuestra.

Ya lo vislumbraba Henry David Thoreau, cuando escribió “Walden” por el año 1845 : “El gusto infantil y salvaje y esto afecta por igual a los hombres y a las mujeres por el último modelo pone a muchos bizcos y temblorosos, como si mirasen a través de un caleidoscopio para descubrir cuál es la figura que se exige hoy a esta generación. Los fabricantes saben que este
gusto se basa en el capricho. Entre dos modelos exactamente iguales, salvo en unos hilos, con un color más o menos distinto, ocurrirá que el primero de ellos se agotará inmediatamente y el otro se quedará en la balda, a pesar de que muy a menudo suele ocurrir que al cambiar de temporada será el segundo el que se ponga de moda.”
Desgraciadamente esto sigue siendo igual, o más bien se ha empeorado. Hoy día, vamos religiosamente al centro comercial, para ir al cine , para quedar con los amigos, ir de compras, comer y tomar unas cervezas por qué no .
El primer centro comercial de la historia fue el Mercado de Trajano, se lo encargaron a Apolodoro De Damasco. Consistía en una gran área comercial, de 150 tiendas , tenía seis pisos.
El emperador Trajano quería una zona comercial cubierta, ubicada en una ladera de los siete colinas de Roma , construido entre los años 107 y 110 d. C. . Si nos acercamos a la historia más reciente, en 1956 se abre el primer centro comercial totalmente cerrado, en Minessota diseñado por Victor Gruen, este contaba con escaleras automáticas, climatización y con un
espacio de 120.000m2 .
Así como cambian las modas , a los centros comerciales también se les acerca su fin, según una publicación de la revista norteamericana Forbes, muchos centros comerciales se están cerrando en Estados Unidos debido a varias causas, destacando principalmente el aumento de ventas online , a través de plataformas que proporcionan inmediatez en el envío y facilidades en la devolución del producto. Aunque en Europa no tardará en cumplirse este fenómeno tarde o temprano.

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